Radio Nacional de España




sábado, 31 de marzo de 2007

Cultura profesional y periodismo digital. Una investigación necesaria

Por Lic. Milena Recio Silva

Durante los últimos años hemos visto reavivarse el vértigo que en su momento produjeron el estreno de la era Gutemberg, y más recientemente, en las décadas de los 50 y 60, la irrupción de la televisión. Estos dos hitos tecnológicos de la comunicación imprimieron la huella de la nueva época sobre cada uno de los escenarios sociales y culturales en que aparecieron por tres razones básicas que nos interesan aquí: dislocaron las normas de 'lo posible', contribuyeron a rediseñar las formas cotidianas de relación entre las personas, e impactaron también las creencias sobre el valor de la información y de los informadores.


Aquellos agentes sociales que cada vez más aguzaron su especialización, hasta nuestros días, han vivido la fragua de una cultura profesional muy específica. Los informadores por excelencia en las sociedades modernas han sido los periodistas, cuya labor ha estado indeleblemente signada por las condiciones históricas -económicas, políticas y tecnológicas- dentro de las cuales ha evolucionado su propia experiencia y conciencia sobre la profesión (u oficio) que desempeñan.



Las ideas predominantes en cada momento sobre qué es ser periodista, cómo se aprende a serlo, cuál es la función social del periodista y del periodismo, cuáles deben ser las normas morales y éticas que deben regir su quehacer, entre otras, están sujetas hoy nuevamente a un debate particularmente prolijo.


Algo ha venido a conmocionar el clima sosegado que de alguna manera se logró luego de la conmoción generada por la revolución del audiovisual: la práctica periodística con y para un nuevo soporte, Internet, dirigida a un público muy distinto ahora, provoca estos nuevos vértigos.


Las motivaciones para repensar la profesión no solo se reflejan en la academia, o en los círculos intelectuales ajenos al periodismo que reflexionan hoy sobre la sociedad global o el "posthumanismo" (otro cínico-gran-concepto de Francis Fukuyama).


Ahora la discusión se está activando también precisamente al interior de las instituciones periodísticas, removiendo o modificando muchas de las convicciones que se presentaban como inamovibles dentro de la cultura profesional periodística alcanzada.


Tendríamos solamente que recordar las incitaciones que nos han hecho autores como Manuel Martin Serrano, en La producción social de comunicación,o el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, hacia la idea escalofriante de que la profesión periodística se encuentra hoy en proceso de extinción: "Hoy informar es esencialmente hacer asistir a un acontecimiento, es decir, mostrarlo, pasar al estadío en que el objetivo consiste en que la mejor forma de informarse es hacerlo directamente. Y
esta relación es la que cuestiona al periodismo", nos dice Ramonet.


Pero de otro lado, podría citarse el testimonio bastante más optimista de Mariló Ruiz de Elvira, editora principal de El País Digital: "Los periodistas estamos investigando, somos adelantados de la invención de lo que va a ser Internet y que sin duda apenas ha asomado hasta ahora, pero nadie puede decir con seriedad lo que ocurrirá dentro de cinco o diez años. (...) No hay periodistas a secas y periodistas digitales".


Como se ve, la distinción es bien clara entre periodistas-disnosaurios que soportarán inmutables toda la carga de la experiencia nueva que supone Internet y periodistas- "adelantados" de una nueva era, la era digital. De una parte resistencia, de la otra agrado, aceptación, pero siempre instinto básico de conservación de lo que hemos sido y del lugar que ocupamos en la sociedad.


La disyuntiva acecha, aunque solo sea para esa parte todavía minúscula de los profesionales y observadores del mundo que están siendo cómplices activos en el universo creado por la World Wide Web.


En los tiempos de hipertextualidad, no solo las formas de escribir y de leer tienden a un cambio profundo. También las formas específicas de producción de esa hipertextualidad provocan fracturas y nuevos engranajes en los procesos productivos, en las rutinas, aquellas sin las cuales el proceso de 'industrialización' del quehacer informativo, sencillamente, no puede ya existir.


A partir de esta constatación se pueden generar hipótesis muy interesantes sobre lo que puede llegar a ser una cultura profesional diferente, que estaría precisamente ahora en un momento de gestación.


Para encaminarnos hacia una idea de lo que podrá llegar a ser el perfil del profesional informador, tendríamos que estar listos ya para darle un seguimiento como investigadoresa ese proceso de re-nacimiento de su cultura profesional, allí, en las salas de redacción, y detrás de la firma de autor de cada encabezamiento.


Sería necesario re-conocer las nuevas rutinas profesionales, sobre todo aquellas que se relacionan con el tipo de fuentes informativas que se utilizan, y las formas en que se realiza la recogida de información.


¿Cómo será la participación de los conocidos gatekeepers, ahora que la selección de la información no está condicionada tan estrictamente por el espacio de que se dispone? ¿Cuáles son ahora los criterios de permisibilidad y de censura que intervienen en el proceso y a partir de qué lógica se estructuran? ¿Acaso al paradigma de la prensa objetiva, muy bien previsto desde el canon liberalista, tendrá que ceder algún espacio ante la multiplicidad de fuentes posibles (no oficiales a veces) que están disponibles en la red?

Para seguir valorando el futuro de esa cultura profesional en nacimiento, habría que observar además cómo intervienen estas rutinas productivas de estreno en la recomposición de principios y valores esenciales de nuestra ideología profesional.


Existen algunos pilares típicos, fundamentales, de lo que ha sido la ideología profesional periodística, de los que se nos enseña en las Facultades de Comunicación y de lo que, a través de la práctica hemos ido considerando el ABC de nuestras carreras. Son estos pilares los que quedan ahora en un plano de problematización trascendental:


1.La Objetividad como criterio supremo, del cual se desprenden credibilidad, confiabilidad, etc. La multiplicidad de las fuentes accesibles multiplica los riesgos de inexactitud o manipulación flagrante; la propia dinámica de competitividad entre los medios, que se ha potenciado a partir de la posibilidad de actualización continua de las páginas, impone un reto en el cual los criterios establecidos para lograr la objetividad conocida estarían en peligro.


2.La Influencia social: el periodismo como regulador fundamental en la vida ciudadana. Poder alcanzado a partir de que el periodismo cumple como ningún otro agente la función de poner en contacto la esfera de lo público con la esfera de lo privado. Y estas esferas han sido en alguna medida dislocadas por
Internet en su innegable efecto democratizador, al menos de la información.


3.La Exclusividad de la función social: hasta hoy el resto de las instituciones sociales y los individuos dependen básicamente de la función periodística para solidificar su impacto social y re-conocerse en el conjunto de las relaciones sociales. Internet quiebra esta exclusividad en tanto las instituciones sociales y los
individuos ya no dependen únicamente de un informador profesional. Pueden ellas mismas convertirse en emisores.


De este análisis aflorarían algunas preguntas: ¿Cuál es nuestro papel como periodistas ahora? ¿Seremos solo gestionadores de información, creadores de servicios añadidos: bases de datos, galerías de imágenes, etc.?Tomo prestada a Quim Gil de su artículo Autocrítica del periodismo digital una declaración de Brock Meeks de MSNBC (http://msnbc.com) quien se duele al tener que reconocer que en su propio trabajo se siente cada vez menos periodista y más "agregador de noticias provinentes de otros medios".


¿Acaso el papel de la prensa política cambió? ¿Acaso ya no es posible pensar en los grandes medios como hacedores fundamentales de opinión pública cuando múltiples agentes sociales confluyen hoy en la puja por colocar su verdad en el espacio público? ¿Será tan anárquica realmente la relación con la información? Es decir, ¿la democratización en la red supondrá que los grandes timoneles de la opinión pública quedarán sin trabajo? ¿O se buscarán e impondrá nuevas fórmulas de control social a través de una información periodística producida más allá del límite de espacio, más allá de la censura partidista, más allá del gerencialismo privado, más allá de las grandes agencias
de información?


Todos estos aspectos son ya y seguirán siendo cuestionados. Pero hasta ahora estas ideas solo discurren en eventos como este, en artículos, en acercamientos eventuales. Y muy poco en investigaciones concretas.


Esta ponencia ha sido concebida más que todo como una incitación a que los investigadores pongamos energías nuevas en encontrar cómo efectivamente se está comenzando a desdibujar el modo "clásico" de comprender y ejercitar la profesión periodística. Habrá a quien pueda parecerle un reclamo extemporáneo,teniendo en cuenta que todavía el mundo de lo binario no ha conmovido demasiado estos aspectos. Pero solo eso, todavía. Cuando se produzcan los grandes arrebatos, es decir, cuando por fin los medios on line sean algo más, mucho más, que una reproducción en soporte digital de lo que ya estamos acostumbrados a leer, ver o escuchar en otros soportes; cuando las pistas, las coordenadas del trabajo periodístico digital, como trabajo diferenciado y diferenciable, sean más visibles, entonces sabremos que nuestro mundo profesional habrá cambiado. Y que ese cambio tuvo una historia interesantísima que habrá quedado pálidamente registrada si desde ahora mismo no comenzamos a escudriñar en ella. Ocurre que será una historia desde la cual entenderemos claves vitales de nuestro mundo para una futuridad próxima.


El Dr. Jorge González, en su conferencia magistral de apertura de ICOM 2000, nos recordaba por qué y para qué investigamos. La primera razón, nos decía, para lograr mayores niveles de autodeterminación ante nuestro mundo.El semi-mundo de Internet, nos ofrece, al menos virtualmente, la posibilidad de enfrentarnos al conocimiento de una nueva manera. Y es un semi-mundo de reciente estreno, cuyos destinos no están previstos, están por hacerse, con inteligencia.


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Los libros de estilo de los medios de comunicación en español: necesidad de un acuerdo

Alberto Gómez Font
(Filólogo del Departamento de Español Urgente)

Cada vez son menos los usuarios del español que dudan sobre quién o quiénes dictan la norma de uso; no son los diccionarios, ni las gramáticas, ni los libros de ortografía; hoy en día las verdaderas guías de uso del español actual son los manuales de estilo, y la mayor parte pertenecen a los medios de comunicación, es decir, a la prensa, tanto escrita como oral; manuales que, en muchas ocasiones, están redactados o supervisados por expertos en la lengua, y en los demás casos están copiados de los primeros. Así, pues, cualquier persona que se aproxime al estudio del español deberá tener muy en cuenta este tipo de publicaciones, en las que encontrará resueltas muchas de las dudas que se irá planteando a medida que avance en su conocimiento. Y también hay que tener en cuenta que los verdaderos maestros del español son los medios de comunicación, que se encargan de difundir los nuevos usos de la lengua. Veamos ahora la historia de algunos de esos manuales.

El primer libro de estilo de un medio de comunicación del que tengo noticias —me refiero a los que están escritos en español— es el Manual de Selecciones (Normas generales de redacción), preparado bajo la dirección de Jorge Cárdenas Nanneti, y publicado el año 1959 en La Habana por Selecciones del Reader's Digest S.A. El libro está destinado a lograr una buena traducción del inglés —idioma original de la revista— al español, y contiene además una serie de normas gramaticales y ortográficas de gran utilidad, y que coinciden casi totalmente con los que años después aparecerían en el Manual de Estilo de la Agencia EFE.


Cinco años después, en 1964, se editó en México un Manual de Noticias Radiofónicas, (1) del que sólo conozco el título y el autor, y diez años más tarde, en 1974, apareció en Buenos Aires un libro titulado Normas de estilo periodístico (2) de cuya existencia sé porque aparece citado en alguna bibliografía.

Y al año siguiente apareció la primera edición del libro de la Agencia EFE, en 1975. Y paso ya a contar la pequeña historia de algunos manuales de estilo, comenzando por el de la Agencia EFE, del que soy coautor debido a mi trabajo como filólogo del Departamento de Español Urgente desde su creación, hace ya casi 18 años.

Manual de Español Urgente de la Agencia EFE

La primera edición no es un libro propiamente dicho, pues no está editado ni encuadernado como tal, sino que se trata de unas hojas mecanografiadas —31 folios— por una sola cara y encuadernadas con unas tapas de cartulina fina, y en la que hace de portada puede leerse: Agencia EFE S.A. Madrid. Manual de estilo de efe-exterior . Primera edición, 1975.

En la introducción, titulada "Justificación", se explica que la pretensión es dar ideas generales que sirvan de orientación para armonizar el estilo redaccional de manera que el servicio de EFE tenga un estilo propio. Y sigue diciendo: "Nos proponemos dar unas normas claras para que los redactores las tengan en cuenta en el momento de escribir y transmitir las informaciones, aunque sin prescindir nunca del ingenio propio y de las innumerables posibilidades de expresión que ofrece nuestro idioma. Pero, cuidado, que no inventa quien quiere, sino quien puede".

El Manual está dividido en dos partes, la primera dedicada a explicar cuestiones de transmisión y tipos de noticias, y la segunda, titulada "Anexos", dedicada a cuestiones gramaticales y léxicas.

El primer libro propiamente dicho de la colección es la 2ª edición de un librito titulado Manual de Estilo, fechada en 1976. Y lo llamo librito porque es de pequeño formato y apenas tiene 65 páginas. De su redacción se encargaron los responsables de la "redacción central" de la Agencia EFE, entre los que había una cierta pugna que los dividía en "españolistas" y "americanistas" en cuanto al ciertos usos del español, como en el caso del pretérito perfecto y el indefinido, pulso que ganaron los defensores del indefinido. Llama también la atención la censura de cualquier uso del gerundio y de la pasiva, sea o no sea correcto. Por alguna razón inexplicable alguien impuso su criterio y prohibieron nada más ni nada menos que el pretérito perfecto, la pasiva y el gerundio. El libro está dividido en tres capítulos: "Información" (normas éticas), "Redacción" (cuestiones de estilo y algo de gramática, muy poco aparte de las prohibiciones antedichas) y "Transmisión" (tipos de noticia, prioridades...). En su preparación se tomaron como modelo de referencia los libros de estilo de las agencias norteamericanas A.P. y U.P.I.

En 1978 apareció un segundo libro, pero no es la tercera edición, como cabría esperar teniendo en cuenta que la anterior era la segunda, sino que consta como primera, y con él comienza la numeración que, como iremos viendo, en 1998 ha llegado a la duodécima edición.

Escribió el libro, también titulado Manual de Estilo, Fernando Lázaro Carreter, por encargo del presidente de EFE, Luis María Ansón, que quería que los periodistas de la Agencia Efe escribiesen de una manera "ágil, concisa y elegante" y pretendía que los servicios informativos de la agencia, que ya se distribuian ampliamente en todos los países hispanohablantes, desempeñasen un papel homogeneizador del lenguaje periodístico en castellano. Para ello creyó necesario contar con un manual de estilo que tuviese respaldo académico; un manual que, además de normas de redacción periodística, contuviese una síntesis de gramática y sintaxis y que fuese aceptado como modelo para la normalización del léxico informativo en España e Hispanoamérica.

Está dividido en tres partes: "Normas de redacción" (ortografía, morfología, léxico, observaciones gramaticales); "Transmisión" —no escrita por Fernando Lázaro—(preparación del texto, perforación y montaje en las pantallas, proceso de edición en la central, clasificación de noticias, claves...), y "Observaciones sobre léxico". El núcleo de ese libro sigue estando presente, con muchas cosas idénticas, que no se han tocado, en las sucesivas ediciones, hasta la undécima.

En la introducción, Luis María Ansón nos explica el porqué de la obra: "El deterioro progresivo que el idioma está padeciendo en los medios de comunicación, por un lado, y, por otro, la expansión nacional e internacional de la agencia, y la necesidad de afianzar a aumentar su prestigio, aconsejan realizar un nuevo esfuerzo tendente a la deseada homogeneidad de criterios idiomáticos: Las Normas han sido ampliamente consultadas, y sus prescripciones y consejos están abiertos a la crítica de todos cuantos trabajamos en la agencia, para perfeccionarlas en sucesivas ediciones."

( ... ) " Conseguir una neutralización del estilo —que no debe confundirse con un estilo 'neutral', permanentemente insípido— constituye una obligación si se piensa en el importante papel que la Agencia EFE desempeña en la difusión del idioma, tanto en España como en América. La unidad de la lengua es un bien que importa defender en el seno de la comunidad hispanohablante. Hoy la prensa, la radio y la televisión ejercen una influencia idiomática superior a la del sistema docente. Sin exageración puede afirmarse que el destino que aguarda al español —o a cualquier otro idioma— está en sus manos. Y la responsabilidad que corresponde a nuestra agencia es cuantitativamente muy superior a la que alcanza a un medio de comunicación aislado: He aquí un motivo más, e importantísimo, para que el estilo de nuestros despachos sea aceptable por todos, no vulnere los usos comunes, no acoja particularidades locales o de sectores, no difunda neologismos innecesarios o rasgos que obedecen a una moda pasajera..."

El autor, Fernando Lázaro Carreter, no siguió ningún modelo en la elaboración del libro, aunque sí se refiere de vez en cuando al Manual anterior. Lo que sí hizo fue una especie de cursillo en la Agencia EFE en el que estableció contacto con redactores de distintos departamentos y secciones y se reunió con los más atentos y aficionados a las cuestiones del uso del idioma. Y antes de llevar los originales a la imprenta hubo varias reuniones para corregir, añadir o suprimir, para sugerir o para rectificar, hasta llegar al texto definitivo, cuyos primeros 2.000 ejemplares salieron el 22 de diciembre de 1978. Es curioso constatar que, por coincidencia de fechas, es muy probable que al mismo tiempo, también en Madrid, alguien o algunos estuvieran preparando la que sería la primera edición del Libro de Estilo del diario El País.

La segunda edición del Manual de Estilo de la Agencia EFE apareció en 1980 y su principal diferencia con la precedente es la ampliación del capítulo titulado "Sobre léxico" gracias a la autorización de Manuel Seco, de la Real Academia Española, para emplear libremente su Diccionario breve de dudas de la lengua española.

Luis María Ansón, en la presentación del libro titulada "Palabras preliminares", explica cómo sigue su proyecto de trabajar en pro de la unidad del español: "Los servicios de la Agencia EFE llegan hoy instantáneamente a los teletipos de los principales periódicos impresos, hablados y audiovisuales del mundo hispánico. Por primera vez existe un instrumento capaz de evitar el colonialismo al que tradicionalmente estaba sometida nuestra lengua por las grandes agencias estadounidenses en los medios de comunicación iberoamericanos. Este Manual de Estilo ha sido un primer paso para crear en la Agencia EFE un 'Departamento del Español Urgente', del que formarán parte académicos y catedráticos. Se trata de dar respuesta inmediata a las dudas sobre expresiones, palabras y nombres propios, evitando a tiempo que se generen los anglicismos. La fuerza de la prensa, y sobre todo de la radio y la televisión es tan grande que se hace necesario divulgar con rapidez el término correcto".

Y ese Departamento de Español Urgente (DEU) que Ansón anunciaba en la segunda edición del Manual comenzó a funcionar el mismo año de 1980, en octubre, y los filólogos que comenzamos a trabajar en la labor diaria de lectura y corrección de las noticias y en la atención a las consultas que nos llegaban por teléfono y por el teletipo, nos encontramos con esa segunda edición como principal herramienta de trabajo.

Además del equipo de filólogos dedicados a las tareas diarias del Departamento, Ansón fundó un Consejo Asesor de Estilo formado por cuatro miembros de la Real Academia Española (Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar, Antonio Tovar y Luis Rosales) y el secretario general de la Asociación de Academias, el académico colombiano José Antonio León Rey; equipo que se reunía periódicamente en la agencia para supervisar el trabajo del Departamento de Español Urgente, dictaminar sobre asuntos de dudosa resolución, y establecer una vía de contacto permanente entre la Real Academia Española , Asociación de Academias de la Lengua Española y la Agencia EFE.

En 1981 se publicó la tercera edición del Manual de Estilo, muy ampliada con respecto a la anterior. En su redacción participaron los miembros del Consejo Asesor y los filólogos del DEU aprovechando los materiales surgidos durante los primeros meses de funcionamiento del departamento. Luis María Ansón, en las palabras preliminares, explica su preocupación y la de la Agencia por el efecto que la naciente informática podrá tener sobre el español: "Al arrollador acoso del colonialismo cultural anglosajón habrá que unir el asalto de la informática. De ella se derivará, si no se hace frente al nuevo fenómeno tecnológico, la uniformación y simplificación del lenguaje. Las computadoras meterán en el congelador al idioma, que debe ser caliente y popular. (...) Con la mayor modestia, la Agencia EFE ha estudiado el problema y ha hecho y se propone hacer el máximo esfuerzo dentro de los medios a su alcance: Este Manual de Estilo que el lector tiene entre las manos y el 'Departamento de Español Urgente', pretenden contribuir, aunque sea mínimamente, al colosal esfuerzo que la cultura hispánica debe realizar en los próximos años para responder al desafío de la nueva tecnología de la información".

El gran éxito del Manual entre los periodistas, los estudiantes de ciencias de la comunicación y los interesados en tener un libro para resolver sus dudas en el uso del español actual hizo que las peticiones para conseguirlo fueran muy numerosas, y, como se trataba de un libro hecho por la Agencia para ser usado por sus trabajadores, no estaba a la venta en las librerías y no tenía distribución en América. La primera edición venal del libro fue la cuarta, publicada en 1985 con el título de Manual de Español Urgente y el subtítulo de "4ª edición corregida y aumentada del Manual de Estilo de la Agencia EFE". De la edición y la distribución se ocupó Ediciones Cátedra, y sigue haciéndolo en la actualidad. En el momento de la aparición del Manual de Español Urgente Luis María Ansón ya no era presidente de EFE, y en su lugar estaba el también periodista Ricardo Utrilla.

En este manual se trata únicamente de normas gramaticales y léxicas para el buen uso del español, y se anuncia el propósito de editar otro libro aparte con las normas específicas para la redacción eficaz de despachos informativos. Dicho libro aparecería en 1988 con el título de Normas Básicas para los Servicios Informativos y actualmente se está preparando una nueva edición corregida, aumentada y actualizada.

Aparecen por primera vez los capítulos titulados "Sobre transcripción", "Algunos gentilicios que se prestan a confusión", "Lista de gobernantes" y "Siglas y abreviaturas".

En 1989 apareció la siguiente edición del Manual de Español Urgente (5ª edición corregida y aumentada del Manual de Estilo de la Agencia EFE), siendo presidente de la agencia Alfonso Sobrado Palomares, quien, en una introducción titulada "Un manual al día del español urgente" explica: "En el año de su cincuentenario, EFE ha tenido el honor de que un miembro de su Comisión Asesora de Estilo, don Manuel Alvar, haya sido elegido director de la Real Academia Española. En el homenaje íntimo que la agencia ofreció a sus asesores con tan grato motivo, el director de la Real Academia Española ponderó el caudal idiomático del que la agencia dispone diariamente y resaltó su importancia en la tarea unificadora de la lengua. Elogió el trabajo diario de los filólogos del Departamento, 'que son mucho más rigurosos que nosotros', y se felicitó de la colaboración entre la Academia y la Agencia EFE...".

Las cuatro siguientes ediciones (6ª, 7ª, 8ª y 9ª) más que ediciones fueron nuevas tiradas de la 5ª edición, pues no fueron retocadas en lo más mínimo. La decisión de reimprimirlas no fue de EFE sino de Ediciones Cátedra.

La décima edición del Manual de Español Urgente salió en 1994, y sus consejos y advertencias se pusieron al día con la última edición del Diccionario de la Real Academia, aparecida en 1992. Se añadió un capítulo sobre la lengua hablada en el que se advierte sobe la pronunciación, dirigido al servicio de televisión de la agencia; se ampliaron los capítulos de siglas, gentilicios dudosos, los términos del lenguaje económico, y se pusieron al día la ortografía correcta y la transcripción de los políticos y dirigentes de los países que no usan el alfabeto latino, lista que hubo de ampliarse con todas las repúblicas que antes formaban parte de la Unión Soviética y de Yugoslavia.

El entonces director de información de la Agencia, Carlos González Reigosa, dice en el prólogo: "En el propósito de mantener la unidad del idioma los medios de difusión han de desempeñar un papel fundamental, y el Departamento de Español Urgente trabaja con esa intención. A tal fin solicita la colaboración de cuantos trabajan en la agencia, no sólo aceptando estas recomendaciones, aunque resulten discutibles —más vale un mal acuerdo que el desacuerdo y la dispersión totales—, sino haciéndoles llegar advertencias y propuestas, en la seguridad de que serán inmediatamente atendidas. Esta invitación se extiende a todos los profesionales de la información, tanto de nuestro país como de América, que se sientan interesados por la mejora y unidad del español en las comunicaciones, empresa que, desde la fundación del departamento, constituye uno de los principales objetivos de EFE".

Y llegamos a la undécima edición del Manual de Español Urgente, aparecida en 1995. Fue fruto de una revisión muy minuciosa de la anterior, y también de todos los manuales y libros de estilo que habían ido apareciendo, de los que se tomaron algunas recomendaciones y datos que ayudaron a completar nuestro libro.

En principio, si las cosas fueran como debería ser, esa undécima edición, de 1995, sería la última, a la espera de una revisión y actualización que comenzó hace ya varios años. Pero volvió a suceder lo que ya ocurrió con las ediciones sexta, séptima, octava y novena, es decir, que Ediciones Cátedra hizo una nueva tirada de la undécima y la llamó duodécima edición corregida y aumentada, cuando lo único que cambió fue ese número, de once pasó a doce, y el año de edición, que de 1995 pasó a 1998. También estas pequeñas o no tan pequeñas anécdotas forman parte de la historia de los manuales de estilo.

Libro de Estilo de El País.

Un año y medio después de la aparición del diario El País, (3) en noviembre de 1977, se publicó la primera edición de su Libro de Estilo, libro que en aquel entonces era apenas un sucinto cuadernillo de uso interno. Dos años después, en 1980, Julio Alonso se encargó de la segunda edición, un pequeño libro que seguía siendo de uso interno, pero que ya se vendía en las librerías de algunas Facultades de Ciencias de la Información y que también podía adquirirse en la sede del periódico. De la tercera edición, aparecida diez años después, en abril de 1990, se ocupó el periodista Álex Grijelmo, y ese fue el primer Libro de Estilo de El País que se distribuyó en todas las librerías. Para su confección Álex Grijelmo se basó en informes elaborados por especialistas en lenguaje periodístico y en los distintos lenguajes utilizados en el periódico pertenecientes a las diferentes secciones que lo componen. También consultó Álex Grijelmo el Manual de Español Urgente de la Agencia EFE, que entonces iba por su quinta edición.

En 1996 se hizo una revisión profunda del libro coincidiendo con el vigésimo aniversario de la aparición del periódico. Y actualmente ya van por la duodécima edición y el coordinador de las sucesivas revisiones sigue siendo Álex Grijelmo. Además, los periodistas de El País pueden consultar el Libro de Estilo directamente en las pantallas de sus ordenadores.

En la primera parte del libro hay una serie de apartados en los que se explican cuestiones periodísticas, tipográficas, ortográficas y gramaticales. La segunda parte y la más extensa se titula "Diccionario" y es eso: un diccionario de dudas en el que se recogen las voces más frecuentes en los medios de comunicación. Le sigue un listado de siglas con sus correspondientes explicaciones y después unos apéndices con listas de nombres propios y pesos y medidas.

Libro de Redacción de La Vanguardia.

La primera edición, subtitulada "edición experimental" del Libro de Redacción de La Vanguardia apareció en septiembre de 1986. Según nos explican en la presentación, el origen del libro está en un prontuario de estilo redactado en 1982 por el periodista José Casán Herrera. Ese material, más de 2.000 páginas ordenadas alfabéticamente fue entregado por el director de La Vanguardia, Francisco Noy, a los profesores de la Universidad Autónoma de Barcelona José Manuel Blecua y Juan Carlos Rubio, que se ocuparon de la redacción definitiva de acuerdo con las directrices del Equipo Directivo de la Redacción de La Vanguardia. De la redacción de la parte dedicada a redacción periodística y de la coordinación de la edición se ocupó el periodista y profesor Josep María Casasús. Según me ha contado uno de los autores, José Manuel Blecua, uno de los puntos más destacables y destacados del proyecto fue que se trataba de la creación, por primera vez, de unas normas para una periódico escrito en castellano y publicado en Cataluña, con las posibles variantes que ello implicaba respecto a otros libros escrito para el ámbito hispanohablante. Como obras de referencia se usaron los libros de estilo de la Agencia Efe y de El País.

El libro comienza con dos apartados en los que se tratan cuestiones propias del periodismo, titulados "Principios editoriales" y "Normas generales de redacción". Después comienza la parte dedicada al uso del español, dividida en "Problemas de ortografía", "Problemas de morfología", "Problemas de gramática" y varios apéndices dedicados a resolver dudas léxicas, de nombres propios, topónimos, siglas, locuciones latinas y medidas y equivalencias. Termina el libro con otro capítulo dedicado a asuntos periodísticos.

Tanto el Libro de Estilo de El País, como el Libro de Redacción de La Vanguardia contienen, además de normas y consejos sobre el uso del idioma en los respectivos periódicos, uno o más capítulos dedicados a cuestiones periodísticas y a lo que es propiamente el estilo propio de cada uno de ellos.

Al revisar los libros comentados en este trabajo y los otros que no menciono porque la lista se haría larga y muy aburrida, he podido comprobar la importancia que, afortunadamente, algunos medios de comunicación le dan a la autoridad lingüística de la Real Academia Española, pues, además del Manual de EFE, que ya hemos visto que en gran parte está redactado por el anterior director de la docta casa, los prólogos del Libro de Estilo de ABC y del Manual de Estilo de TVE están firmados también por Fernando Lázaro Carreter, y el prólogo y la supervisión del Libro de Estilo de Canal Sur fueron obra de Manuel Alvar, director de la Academia antes que Lázaro Carreter. Y acabamos de ver que gran parte del Libro de Redacción de La Vanguardia fue obra de José Manuel Blecua, miembro correspondiente de la Española.

En la larga lista de libros de estilo hay también muchos de periódicos, radios y televisiones americanos; sólo de diarios bonaerenses hay tres: el Manual de Estilo y Ética Periodística de La Nación (4) y el Manual de Estilo de Clarín, (5) ambos publicados el año pasado, y el más reciente, aparecido apenas hace cinco meses, titulado Cómo leer el diario, y que es uno de los pocos casos en los que el libro de estilo se edita antes de la aparición del periódico, un nuevo diario llamado Perfil. (6)

En la segunda parte del título de este artículo se menciona la "necesidad de un acuerdo", y esa necesidad se percibe hojeando los libros de estilo aparecidos en España y en América en los últimos años, pues nos encontramos con que, sobre todo en el caso de los publicados en España, muchos de ellos, la mayor parte, son copias de otros, especialmente de los dos pioneros: el Libro de Estilo de El País y el Manual de Español Urgente de la Agencia EFE, y ya se está produciendo el fenómeno de los libros clónicos, de los que es claro ejemplo el del diario ABC, cuyos autores recopilaron todo lo publicado hasta el momento y tomaron lo mejor de cada uno para así lograr un buen libro de estilo; pero el problema es que en ocasiones, no precisamente en el caso del libro de ABC, aparecen incluso las mismas erratas, y estamos en un momento en el que ya todos nos copiamos y no logramos escapar de ese círculo vicioso. Hojeando el libro de estilo más reciente, el del diario Perfil de Buenos Aires, pude comprobar que había partes copiadas al pie de la letra del Manual de Español Urgente y, sin embargo, cosa por demás muy habitual, no hay ninguna mención a nuestro libro en los dos párrafos en los que se enumeran los libros consultados para la confección del suyo.

Esa constatación y el hecho de que ya en algunas ocasiones, en congresos y seminarios, se hubiese mencionado la necesidad de un acuerdo, de un libro común para todos los medios de comunicación en español, fue el origen del Proyecto Zacatecas, presentado por Álex Grijelmo, periodista del diario El País y el autor del presente artículo en abril de 1996 en el I Congreso Internacional de la Lengua Española "El español y los medios de comunicación", en la ciudad mexicana de Zacatecas.

Esa necesidad de llegar a un acuerdo también la mencionó, hace ya casi diez años, Fernando Lázaro Carreter, cuando fue elegido por primera vez como director de la Real Academia Española. Y en los prólogos escribió, como antes cité, para los manuales de estilo del diario ABC y de TVE, ambos editados en 1993, Fernando Lázaro también comenta esa idea, y dice en el prólogo al Manual de estilo de TVE: "El ideal sería la elaboración de unos acuerdos idiomáticos comunes a todos los medios de difusión, los cuales no tendrían por qué dificultar las diferencias de estilo entre los diversos medios: con una sola baraja pueden jugarse juegos muy distintos, incluido el solitario. Para ello, sería de la mayor importancia la colaboración entre los periodistas, que tienen hoy el poder idiomático, y la Academia, que tal vez posee la autoridad (y que no propugna el 'estilo académico' que, como tópico descalificador, se le atribuye)". Y en el prólogo del Libro de Estilo de ABC repite esas intenciones con estas palabras: "Los libros de estilo que difieren, como es natural en la definición de lo que podemos llamar la personalidad del medio al que sirven, han de coincidir forzosamente en gran parte de sus prescripciones idiomáticas. Sería ocioso repetir éstas en todos ellos, si fuera posible acordar a todos los medios de comunicación de España y América hispana en un comportamiento común ante los neologismos (no siempre de rechazo), y ante el empobrecimiento que, en sus dos orillas, está experimentando el idioma".

En Zacatecas tuve la oportunidad de recordar otras menciones explícitas de esa necesidad de acuerdo en las que tuve la suerte de estar presente e incluso de ser partícipe, ocasiones que creo también interesante recordar hoy aquí: en 1990 se celebró en Madrid un congreso internacional organizado por la Agencia EFE y titulado "El español en las agencias de prensa", y revisando el libro de actas, (7) publicado en 1991, vi que entre las conclusiones-intenciones finales había una en la que se recomienda la elaboración de un libro de normas de redacción que sirva para todas las agencias de prensa que redactan noticias en español.

En ese mismo libro de actas puede leerse el pequeño debate que hubo en el congreso sobre qué es un "Libro de estilo", y el acuerdo final de que al referirnos sólo a las normas para el correcto manejo del español en la prensa no debemos hablar de estilo, sino de normas gramaticales y léxicas, ya que la ortografía, la sintaxis, el diccionario de dudas, las listas de siglas y las de topónimos, que viene a ser el contenido de un libro de ese tipo, no tienen nada que ver con el estilo.

También comenté en Zacatecas que en 1992, en el "Congreso de la Lengua Española" que se celebró en Sevilla y que fue el embrión del de Zacatecas, en la sección dedicada a "La lengua española y la prensa escrita", Milagros Sánchez Arnosi presentó un "Informe sobre los libros de estilo" (8) y dijo que "sería deseable una total puesta en común de todos los periódicos que han elaborado un libro de estilo, con el fin de unificar criterios, mejorar la prensa en la lengua escrita, contribuir de manera conjunta al decoro del idioma y, en definitiva, a una mejor competencia lingüística". En esa misma sección del congreso, Clara Eugenia Lázaro Mora, correctora de estilo del diario ABC y coautora del Libro de Estilo de ese periódico, solicitó "la ayuda y colaboración de la Real Academia Española" y pidió que esa institución llevase "cuanto antes a la práctica su idea de reunirse con los medios de comunicación para elaborar entre todos, y bajo su coordinación, un conjunto de normas periodísticas específicas para el lenguaje periodístico, es decir, un Manual para todos los medios de comunicación españoles y, si es posible, también hispanoamericanos". (9) Y yo me atreví, en ese mismo congreso de Sevilla, a proponer la elaboración de un cóctel en el que los ingredientes fuesen todos los manuales y normas de redacción periodística existentes, que, una vez bien mezclados en la coctelera, diesen como resultado una mezcla homogénea que sirviese para unificar criterios y evitar la dispersión y la fragmentación del español periodístico. (10)

Y en esas dos primeras ocasiones, en 1990 y en 1992 ocurrió, como tantas otras veces en situaciones semejantes, que las conclusiones-intenciones-proyectos con los que se clausuran los congresos, nunca llegaron a ser una realidad. Pero afortunadamente se cumplió el dicho y a la tercera fue la vencida, y el proyecto presentado en Zacatecas dio algunos pasos durante 1997, 1998 y 1999 y consiguió algo necesario para que estas cosas funcionen: dinero.

En la bibliografía que presentamos en Zacatecas había 163 obras, (11) entre diccionarios generales, diccionarios de dudas, léxicos especializados, libros y manuales de estilo, actas de congresos sobre la lengua, apuntes de trabajo de algunos medios, recopilaciones de artículos sobre el uso de la lengua en la prensa… Y cómo no, esa bibliografía ha crecido algo desde entonces, pues han aparecido otros libros de estilo, ya he comentado el caso del libro del diario Perfil de Buenos Aires, y nos han llegado noticias de otros que ya existían y no conocíamos.

De esas más de 163 obras que ya están en nuestra lista, alrededor de un tercio son manuales o libros de estilo, (12) llamados también normas de estilo, normas de redacción, y de ellos la mitad son americanos; son los libros o manuales de estilo de algunos de los principales medios de comunicación americanos: las agencias de prensa Notimex (México), Colprensa (Colombia), Venpress (Venezuela), Telam (Argentina), Associated Press (Estados Unidos), Prensa Latina (Cuba); los diarios Clarín (Argentina), El Nuevo Herald (Estados Unidos), El Panamá América (Panamá), El Peruano (Perú), La Voz del Interior (Argentina), y emisoras como Radio Caracol de Colombia.

Además de elaborar esa lista exhaustiva, Álex Grijelmo y yo, antes de ir a México, hicimos otra cosa muy necesaria para el proyecto: buscar cómplices para nuestra aventura. Escribimos una carta dirigida a los directores de los principales medios de comunicación del mundo hispanohablante y los Estados Unidos, en la que les contábamos nuestro proyecto, les solicitábamos su adhesión, les instábamos a contarnos sus problemas en el uso del español que se dan en sus medios, y, finalmente, les rogábamos que si tenían algo parecido a un libro de estilo, aunque fuesen unas hojas fotocopiadas, nos lo enviasen para engrosar la lista de la que antes hablábamos.

Recibimos bastantes adhesiones y entre los medios de comunicación dispuestos a participar en el proyecto, además del diario El País y la Agencia EFE, están, entre otros, la agencia Notimex y el diario El Universal de México; la agencia Prensa Latina, de Cuba; la agencia Colprensa, de Colombia; el diario El Tiempo, de Bogotá; El Nuevo Herald, de Miami; Radio Nacional de España; Radio Caracol, de Colombia, y el Canal Once TV, de México.

Ya he dicho que es un proyecto que dio sus primeros pasos, y lo hizo gracias al patrocinio del Instituto Cervantes, y, a finales del verano de 1998 ya había una persona trabajando en la digitalización de los materiales recogidos; pero, desafortunadamente, los últimos cambios en la dirección de esa institución han producido un parón, espero que momentáneo, en nuestro proyecto de redactar un manual de uso del español periodístico con el acuerdo mayoritario de toda la prensa del mundo hispanohablante.

Así, el futuro del Manual de Español Urgente de la Agencia EFE y el de muchos otros libros parecidos está pendiente de ese acuerdo, y mientras tanto, gracias al gran desarrollo de la cibernética, los que trabajamos en cosas parecidas estamos en contacto casi permanente a través del correo electrónico y de las ediciones de nuestros trabajos en la Internet. Y ese es uno de los medios en los que se moverá el futuro, ya muy inmediato, de nuestro Manual y del resto de los libros de estilo: la Internet, pues nos permitirá tener al día los libros sin necesidad de esperar a la edición en papel, que no por ello dejará de existir.

En la página de Internet de la Agencia EFE (http://www.efe.es) ya puede consultarse el capítulo "Sobre léxico" del Manual de Español Urgente, así como los dos volúmenes íntegros de otro de los libros producto del trabajo del departamento: el Vademécum de Español Urgente, en el que se recogen las "notas interiores" redactadas semanalmente (desde hace ya algunos años) por el Departamento de Español Urgente y repartidas entre los periodistas de la agencia, en las que se advierte sobre los malos usos que van surgiendo en la redacción de las noticias. Y en la página de Internet del Instituto Cervantes, llamada Centro Virtual Cervantes, en su día, se irán publicando los avances que se produzcan en el Proyecto Zacatecas.

NOTAS:

Dary, David. Manual de noticias radiofónicas. Diana, México, 1964.

Nespral, Alejandro. Normas de estilo periodístico. El Coloquio, Buenos Aires, 1974.

El País apareció el martes 14 de mayo de 1976.

La Nación. Manual de Estilo y Ética Periodística. Espasa Calpe, Buenos Aires, 1997.

Clarín. Manual de Estilo. Clarín / Aguilar, Buenos Aires, 1997.

Perfil. Cómo leer el diario. Libros Perfil, Buenos Aires, 1998.

El idioma español en las agencias de prensa. Compilación de Fundación Germán Sánchez Ruipérez y Agencia EFE; compiladores Pedro García Domínguez y Alberto Gómez Font. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1990.

Actas del Congreso de la lengua española. Madrid, Instituto Cervantes, 1994. (Página 81)

Op.Cit. página 95.

Op.Cit. página 93.

Véase el apéndice nº1

Véase el apéndice nº2

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sábado, 24 de marzo de 2007

El delito de espionaje por medios informáticos

Una persona acostumbrada a navegar por la Red o utilizar correo electrónico ha podido ser víctima de espionaje, aunque en la mayoría de los casos, no se haya percatado de ello.

Bien, como sucede en todos los campos o materias de la vida, la tecnología avanza, y a pasos agigantados, lo que aporta grandes y notables beneficios a las comunicaciones y a la interacción de los distintos sectores de la economía. No obstante estos nuevos conocimientos pueden ser aprovechados por mentes maliciosas que los utilizan para fines menos éticos.

La aparición en el mercado de nuevas técnicas y programas, difundidos en su mayor parte a través de Internet, posibilitan la recogida de información privada de un determinado usuario, sin dejar de mencionar aquellos programas que reconfiguran parámetros de los ordenadores aprovechándose del desconocimiento de las personas en el campo de las nuevas tecnologías.

Existen diferentes técnicas, entre ellas:



Dialers: está técnica consiste en la instalación de un marcador que provoca que la conexión a Internet se realice a través de un número de tarificación especial y no a través del nodo indicado por el operador con el que se haya contratado dicha conexión.
Adware: se trata de programas que recogen o recopilan información a cerca de los hábitos de navegación del usuario en cuestión. Se suele utilizar con fines publicitarios para determinar qué, cómo, cuándo…, todo tipo de datos que indiquen la conducta de los internautas.
Programas de acceso remoto: que permiten el acceso de un tercero a su ordenador para un posterior ataque o alteración de los datos. Son fácilmente reconocibles por los antivirus.
Caballos de Troya: programa que una vez instalado en el ordenador provoca daños o pone en peligro la seguridad del sistema.
Virus o gusanos (worms): se trata de un programa o código que además de provocar daños en el sistema, como alteración o borrado de datos, se propaga a otras computadores haciendo uso de la Red, del correo electrónico, etc.
Programas de espionaje o spyware: este tipo de programas basan su funcionamiento en registrar todo lo que se realiza en un pc, hasta un sencillo 'clic' en el ratón queda almacenado. Se utiliza para obtener información confidencial o conocer cuál es el funcionamiento que una persona le está dando a la máquina.
Recientemente se ha publicado en www.delitosinformaticos.com una noticia en la que podemos ver una vez más un ejemplo de la aparición de nuevos programas que comprometen nuestra privacidad y seguridad:

¿Se siente usted seguro cuando navega por la Red?

La respuesta se antoja compleja, ya que están apareciendo en el mercado programas de vigilancia de lo que uno hace a través de Internet.

Una compañía estadounidense, "Lover Spy", ofrece la forma de espiar a la persona deseada enviando una tarjeta postal electrónica, que se duplica en el sistema como un dispositivo oculto.

Según algunos expertos en seguridad informática, esta práctica parece violar la ley estadounidense.

Lo venden como una manera de poder saber que es lo que esta haciendo tu pareja, o cualquier otra persona cercana, como puede ser un hijo o similar. Su precio es de 89 dólares, y puede ser instalado hasta en cinco ordenadores.

Desde que el programa se instala, todas las acciones llevadas a cabo en el ordenador son registradas, desde un simple 'clic' de ratón. Esta información es posteriormente remitida a la persona que solicitó el servicio de espionaje.

No es este el único programa que sirve para espiar, hay otros como eBlaster de SpectorSoft, con la salvedad de que éste es instalado por el usuario en su propio ordenador.

Los abogados de Portaley (http://www.portaley.com) realizan un análisis jurídico de este tipo de conductas:

La calificación penal de esta conducta difiere según el tipo de datos a los que se tiene acceso de manera inconsentida o quién sea el sujeto pasivo de la acción delictiva.

El artículo 197 C.P., recoge el delito del descubrimiento y revelación de secretos, dentro del Titulo X, de delitos contra la intimidad, el derecho a la propia imagen y a la inviolabilidad del domicilio.

El tipo básico de este delito recoge las siguientes conductas:

Art. 197.1.1.C.P: Apoderamiento físico y clandestino de los documentos (Tradicionales, telefax, emails impresos):

El que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales……(….).

Art. 197.1.2. C.P: Captación intelectual sin desplazamiento físico de los mensajes:

El que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación……..(….).

Aquí no se exige que se conozca el dato o que se divulgue, lo importante es que se intercepte. Entraría en conexión con el apartado tercero del mismo artículo (Art. 197.3 C.P, tipo agravado).

El bien jurídico protegido es el derecho a la intimidad en relación al secreto de las telecomunicaciones.

Art. 197.2. 1ª parte C.P:

Las mismas penas se impondrán al que, sin estar autorizado, se apodere (vale también para la captación intelectual), utilice o modifique, en perjuicio de tercero, datos reservados de carácter personal o familiar de otro que se hallen registrados en ficheros o soportes informáticos, electrónicos o telemáticos, o en cualquier otro tipo de archivo o registro público o privado ……(….).

El elemento subjetivo del injusto es el perjuicio a tercero.

Art. 197.2. 2ª parte C.P:

Iguales penas se impondrán a quien, sin estar autorizado, acceda por cualquier medio a los mismos y a quien los altere o utilice en perjuicio del titular de los datos o de un tercero.

Los párrafos 3º, 4º, 5º, y 6º son tipos agravados del delito.

Este tipo penal está previsto para recoger aquellas conductas delictivas que afectan a las persona físicas, en lo concerniente a su intimidad.

Sin embargo, para las personas jurídicas existe un tipo específico que regula estas conductas, y es el artículo 278 C.P de Espionaje informático empresarial, de los delitos relativos al mercado y a los consumidores.

El bien jurídico protegido en este precepto es el secreto empresarial, la información almacenada informáticamente que supone un valor económico para la empresa porque confiere al titular una posición ventajosa frente a terceros en el mercado.

Definición técnica del espionaje: Obtención, sin autorización, de los datos almacenados en un fichero a través de distintos mecanismos, siempre que el contenido del fichero tenga un valor económico.

Por secreto de empresa podemos entender aquella información relativa a la industria o a la empresa (aspectos industriales, comerciales o de organización) que conoce un número reducido de personas y que por su importancia el titular desea tenerla oculta.

Las conductas de este tipo penal son las siguientes:

Art. 278.1.1 C.P:

El que, para descubrir un secreto de empresa se apoderare por cualquier medio de datos, documentos escritos o electrónicos, soportes informáticos u otros objetos que se refieran al mismo….(…..).

Puede tratarse de un apoderamiento físico o una captación intelectual.

Art. 278.1.2 C.P:

El que, para descubrir un secreto de empresa empleare alguno de los medios o instrumentos señalados en el apartado 1 del artículo 197, será castigado con la pena de prisión de dos a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses.

En este tipo penal es independiente o irrelevante que se conozca o no el contenido.

El elemento subjetivo del injusto es el ánimo de descubrir el secreto de empresa, el cual debe estar presente antes y durante el apoderamiento, ya que si existe sólo después no es punible.

El bien jurídico protegido es el secreto industrial.

El sujeto activo puede ser cualquiera. Cuando fuere alguien vinculado a la empresa, sería de aplicación el artículo 279 C.P.

El sujeto pasivo el titular de la empresa o de la actividad afectada por el espionaje.

Art. 278.2 C.P:

Se impondrá la pena de prisión de tres a cinco años y multa de doce a veinticuatro meses si se difundieren, revelaren o cedieren a terceros los secretos descubiertos.

En este caso la conducta se agrava por difusión del secreto de empresa ya que el perjuicio económico se multiplicaría enormemente.



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VeriSign informa de un aumento en el número de dominios registrados

Las estadísticas muestran un incremento del 32% en los registros de dominios de primer nivel (TLD, Top Level Domain) en 2006

Promedio de 10,1 millones de registros trimestrales durante 2006

Crecimiento histórico del TLD de códigos de país del 32%, 500.000 registros .cn en el cuarto trimestre sólo en China

Incremento del 89% en nombres de dominio internacionalizados (IDNs, Internationalized Domain Names)

2006 finalizó con más de 65 millones de nombres de dominio .com y .net

El proveedor de infraestructura digital VeriSign, Inc., ha anunciado hoy la publicación del VeriSign® Domain Name Industry Brief (Resumen del sector de los nombres de dominio) correspondiente al cuarto trimestre de 2006. De acuerdo con este informe, que resalta los datos clave del sector para la actividad de los nombres de dominio en todo el mundo, los registros totales de nombres de dominio alcanzaron los 120 millones, lo que representa un incremento del 32% respecto al año anterior y un incremento del 8% respecto al tercer trimestre de 2006.

El sector de los nombres de dominio volvió a experimentar un fuerte crecimiento en el cuarto trimestre de 2006, con más de 11,6 millones de nuevos registros de nombres de dominio. Esta cifra representa un aumento interanual del 3%, y un aumento del 23% respecto al tercer trimestre. Hubo un promedio de 10,1 millones de registros de nuevos nombres de dominio cada trimestre de 2006, comparado con un promedio de 8,7 millones de registros de nuevos nombres de dominio cada trimestre de 2005.

Los nombres de dominio de nivel superior con código de país (ccTLDs, Country Code Top Level Domain Names) experimentaron un aumento interanual del 31% respecto al año anterior hasta alcanzar los 43,7 millones, y un 10% respecto al trimestre anterior con más de 4 millones de registros. China supuso más de 500.000 dominios en el cuarto trimestre solamente, un incremento del 43% respecto al último trimestre.

La base de nombres de dominio .com y .net creció hasta los 65 millones de nombres de dominio al final de 2006, lo que representa un aumento del 6% en el cuarto trimestre comparado con el tercer trimestre 2006, y un 30% de aumento interanual. Los nuevos registros de .com y .net aumentaron un promedio de 2,1 millones por mes en el cuarto trimestre 2006, para hacer un total de 6,2 millones de nuevos registros durante todo el trimestre.

VeriSign procesó un promedio de 24.000 millones de consultas cada día en su gestión de la infraestructura de Internet para .com y .net durante el cuarto trimestre de 2006. VeriSign Domain Name System (Sistema de Nombres de Dominio) siguió manteniendo su precisión y estabilidad operativas durante el 100% del tiempo durante el cuarto trimestre 2006.

"Debido al incremento del número de consultas globales de DNS, la infraestructura debe estar preparada para responder", declaró Ken Silva, director principal de seguridad de VeriSign. "La red está cambiando, y debido a los nuevo servicios como la voz y el vídeo que se trasladan a Internet y la proliferación de dispositivos basados en Internet, es importante que los requerimientos de seguridad y capacidad no se queden atrás."

VeriSign anunció recientemente el proyecto Titan, una gran iniciativa para aumentar la capacidad de su infraestructura de Internet en 10 veces para 2010 para adaptarse al crecimiento continuo de Internet. Si desea más información sobre el proyecto Titan de VeriSign, puede obtenerla en www.verisign.com/titan.

VeriSign publica el Domain Name Industry Brief para facilitar a los usuarios de Internet de todo el mundo una importante investigación estadística y analítica y datos tanto sobre el sector de los nombres de dominio como de Internet en conjunto. En www.verisign.com/domainbrief pueden obtenerse copias del Domain Name Industry Brief correspondiente al cuarto trimestre 2006, y también de informes anteriores.



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Periodismo y política

Tal vez la historia no sea cierta, pero eso es lo de menos.


Miguel Molina
Columnista, BBC Mundo
Dicen que un día antes de unas elecciones presidenciales en México, el director de un prestigiado periódico reunió a sus reporteros en la sala de redacción y les preguntó quién estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para garantizar que no se cometieran fraudes y que ganara la democracia.

La historia no dice si todos levantaron la mano, pero sí cuenta que varios lo hicieron. El director los miró en silencio durante un rato antes de explicarles que la cosa no era así.

El único deber que tiene un periodista -les dijo- es contar lo que pasa, registrar los hechos, dudar, preguntar, volverse cínico.


Me acordé de la historia cuando recibí la carta de un lector que me exige que diga la verdad, en este caso la verdad sobre lo que pasa en Venezuela, pero pronto la olvidé porque todos saben qué pasa en Venezuela: parte de los venezolanos quieren echar al presidente y parte de los venezolanos quieren que el presidente siga en el poder, y al final todo se va a reducir a ver quiénes son más y quién tiene más votos.

Pero volví a recordar lo que decía el profesor que me escribió porque leí otra carta en la sección de correspondencia del diario británico The Guardian con la firma de Geoffrey Goodman, editor fundador de la Revista Británica de Periodismo, y reproduzco aquí gran parte de ella porque sirve para ilustrar lo que pasa en muchas partes del mundo, tal vez hasta en América Latina.

"Hubo un tiempo en que la cultura del prejuicio se concentró sobre todo contra las ideas políticas radicales y de izquierda", explica Goodman, "y ahora parece estar contra todo tipo de ideas políticas excepto las que convienen a la jerarquía de los propietarios de los medios".

La lucha más intensa se produce ahora entre los políticos en el poder o los influyentes y los medios, y la víctima de esa pugna es la cultura democrática, dice Goodman, quien fue periodista político durante cuatro décadas y asesor de Harold Wilson en los años setenta.

"Los políticos desprecian cada vez más a los periodistas y al periodismo contemporáneo, y los periodistas ven con creciente ironía a los políticos y al papel que éstos tienen en la sociedad", advierte el periodista, de quien llegó a decirse que lo que él no sabe de política es porque no existe.

El peligro, señala Goodman, es que los periodistas se sientan con derecho a convertirse en una élite gobernante. Su ejemplo es que en Gran Bretaña hay ya dos centros de democracia, el de la Cámara de los Comunes y el de la Cámara de las Columnas.

Todavía más. "La corrosión mutua que hay en la relación entre la vida política y los medios es causa importante de la extendida desilusión pública con la política y quizá con la democracia misma", apunta el periodista. "Eso se nota en el nivel de abstención que hay en las elecciones".

La carta, que se dirige a todos aunque más a los periodistas, no podía expresar más claramente las consecuencias de nuestro oficio ni los riesgos que implica su ejercicio, ni podía explicar más puntualmente que lo único que uno puede hacer desde aquí, como desde cualquier parte, es decir lo que pasa sin renunciar a la duda pero sin ponerle adjetivos a los hechos y dejar que otros los pongan y saquen sus propias conclusiones, en Venezuela como en México como en Washington como en el mismísimo Reino Unido.


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FUENTES DEL PERIODISMO CIENTÍFICO

Por Sebastián Musso*
sebastianmusso@cielosur.com

En su libro “Periodismo Científico”, Manuel Calvo Hernando hace una clasificación de las fuentes del periodismo científico, no son las únicas desde luego, en cada una de ellas, al explicarlas intentaré sumar algunas otras que creo pueden ser de utilidad:

1. AGENCIAS DE NOTICIAS.
2. UNIVERSIDADES, CENTRO DE INVESTIGACIÓN E INVESTIGADORES.
3. ORGANISMOS INTERNACIONALES, EMBAJADAS, EMPRESAS.
4. LIBROS Y REVISTAS.
5. BIBLIOTECAS Y BASES DE DATOS.

¿AGENCIAS DE NOTICIAS O PORFESIONALES LOCALES?

Para el caso de las agencias de noticias en temas científicos deberíamos saber que no siempre la información que desde aquí se toma es fehaciente, en muchos casos los errores cometidos por los artículos de periódico y los informes radiales y televisivos tienen su origen en una transcripción casi exacta de estos contenidos. Igualmente el profesional del medio sabrá cuál agencia es más confiable en el tema y si no, luego de un par de errores, lo irá sabiendo. Estas fuentes deberían tomarse más que todo, como disparadores, para saber qué se está haciendo o que noticia ha surgido a nivel mundial y luego darle un tratamiento más pormenorizado utilizando otras fuentes.

Las agencias de noticias mostrarán solo las grandes investigaciones provenientes de los grandes centros de la investigación mundial. Por ejemplo en Mar del Plata, al leer los diarios, nos enteramos del descubrimiento de un cuerpo del Cinturón de Kuiper desde el Observatorio de La Silla, en Chile pero nada sabemos sobre los desarrollos tecnológicos que lleva adelante el INTEMA dependiente de la Facultad de Ingeniería de la ciudad. Poner más atención a los estudios cercanos al receptor de nuestros mensajes cumplirá muchas funciones importantes y descuidadas en la actualidad:

• Despertar su interés por la ciencia.

• Facilitarle la intención de ir a buscar más información. Si la nota se refiere a un centro en el Reino Unido no es probable que nuestro receptor siga la información, quizás si se trata de un estudio realizado a pocas cuadras de su casa se interese por contactarse con el Centro de Investigación y llegue, gracias a la labor periodística, a ser público de charlas, exposiciones o consultor de material más especializado.

• Entender la Ciencia como algo cercano. Muchos hoy todavía se asombran en mis conferencias cuando hago referencia a la cantidad y calidad de Ciencia Astronómica que se hace en nuestro país suponiendo que la misma es monopolio exclusivo de la NASA. Eso es desinformación y es culpa principal de los medios de comunicación.

Sobre investigadores, centros de investigación y universidades. Lo decía en el párrafo anterior, estos deberían ser la principal fuente de consulta de los profesionales del periodismo científico. Cabe aquí la posibilidad de ampliar el conjunto expuesto en su título, no solo los científicos propiamente dichos serán útiles como fuente, en muchas ciencias no existe el aficionado, de hecho un aficionado a la medicina que intentara tener la participación que tienen los astrónomos amateurs sería enjuiciado por práctica ilegal de la medicina y ciertamente no conozco centros de aficionados a la bioquímica, pero sí existen en casi todas las ciudades grandes del país (y en muchas chicas también) centros de amantes de la astronomía, de las plantas, protectores de animales, son personas cercanas a la ciencia y con un gran conocimiento sobre ella. Para el periodista pueden significar la ventaja de que su idioma sea más entendible y sus saberes complementarios (muchos de ellos serán médicos, ingenieros, docentes, amas de casa) darán una mirada diferente al tema tratado, enriqueciéndolo y colaborando con esa actividad de “traducción de la realidad científica” que le otorgamos al periodista científico.

ORGANISMOS INTERNACIONALES

Otra fuente posible, los organismos internacionales, las embajadas (o en el caso de las ciudades pequeñas consulados) y las empresas. Suelen ser por la función que desempeñan las entidades más abiertas ante las consultas. Para las empresas colaborar en una nota sobre temas de conocimiento asociado a su quehacer es una especie de publicidad muy bien vista y lo mejor de todo: gratis. Igualmente habrá que tener cuidado ya que nos topamos aquí con el problema de que el periódico, la revista, el canal de televisión o la emisora radial para la que el periodista científico trabaje es una empresa y los intereses de ésta pueden estar contrapuestos a la información que se está dando. Los organismos internacionales serán una fuente más neutral y muchas veces tendrán material ya impreso donde se difunden sus estudios de avanzada.

Aquí una reflexión sobre la tarea de búsqueda de información del periodista científico. En otras especialidades del periodismo la noticia se presenta súbitamente, en la mayoría de los casos si no es cubierta inmediatamente deja de ser noticia. En estos casos la producción debe hacerse con celeridad como principal característica. En el periodismo científico, al cual le atribuimos tantas dificultades en este trabajo las cosas se dan distinto. Los tiempos del PC se contagiarán de los de la ciencia. Una nota será noticia hoy y quizás, sea más noticia mañana cuando los datos que podamos aportar sean más relevantes. La cantidad de conocimiento producido en todas las ramas de la ciencia en un tiempo muy corto es inimaginable por lo que contamos con otra ventaja estratégica. ¿Cuál será la posibilidad de que habiendo elegido una investigación entre las millones que se realizan en el mundo al mismo tiempo el medio competidor elija la misma y produzca el informe antes que yo? La respuesta es casi nula. Salvo el descubrimiento azaroso (que no es tan frecuente como se lo presenta) al que hay que cubrir con inmediatez, el conocimiento científico se da en un proceso evolutivo, progresivo y con tiempos más que propicios para su mejor desarrollo en la divulgación.

Con las fuentes el PC, como cualquier otra rama del periodismo, busca mostrar credibilidad a sus dichos, la Organización Mundial de la Salud, el Organismo Internacional de Energía Atómica, el Laboratorio Europeo para la Física de Partículas o la Unión Astronómica Internacional mostrarán seriedad y respaldo al artículo publicado. Una tentación y una realidad tristemente observable: adjudicarle a estas fuentes investigaciones realizadas por autores de renombre menor o conjeturas del propio comunicador.

LIBROS Y REVISTAS

Hoy los libros no son una herramienta rápida de difusión del conocimiento, sí de profundización, pero no es la fuente más recomendable para la tarea periodística. Sí los libros serán una fuente de consulta permanente para ayudar a la capacidad analítica del propio comunicador. No se buscará la información en los libros pero ellos estarán cerca del periodista a la hora que este se enfrente a la actividad crítica de producción de la nota.

Las revistas serán mucho más útiles en este sentido. En la mayor parte de las veces los descubrimientos aparecen en innumerables artículos científicos antes que en el libro del propio autor (en todos los casos restantes ese autor nunca escribe un libro pero ineludiblemente hará papers con mayor frecuencia cuanto más grande sea su producción científica).

El periodista no familiarizado con los temas de la ciencia y la tecnología podrá confundir fácilmente revistas científicas con revistas de divulgación científica. Mientras las primeras están sujetas a la corrección de un tribunal altamente especializado y sus artículos inéditos están producidos por y pensados para profesionales de una determinada rama de la ciencia las segundas las escriben divulgadores para el gran público. No todos los periodistas científicos tendrán la capacidad para entender lo que en las revistas científicas se plantee pero estas son las verdaderas fuentes de su trabajo, en el caso de las revistas de divulgación serán, desde el punto de vista empresarial, sus competidoras. Los organismos científicos internacionales suelen tener casi en su totalidad boletines con noticias y expectativas de desarrollo. Las revistas más conocidas y probablemente más consultadas son: “Nature”, “Scientific American”, “Sciencie”, “The Lancet”, “National Geographic Magazine” o “La Recherche”.
Hasta los años ochenta las principales fuentes de información eran los testimonios directos de los científicos en referencia a los trabajos por ellos publicados (papers).

Hoy, referencias del Science Citation Index, señalan que el 30,8% de todos los artículos publicados por las principales revistas científicas correspondían a autores de los Estados Unidos, un 8,2% japoneses, del Reino Unido (7,9), Alemania (7,2), Francia (5,6), Canadá (4,3), Rusia (4,0), Italia (3,4) y así una lista que tiene en el siguiente orden a Holanda, Australia, España, Suecia, India hasta llegar a Brasil quien encabeza la lista de los países de América Latina con un 0,6% seguido por Argentina (0,35), México (0,33), Chile (0,17) y Venezuela (0,09).

Igualmente estos datos serán caprichosos, para incluirse en el SCI las revistas deberán publicar en inglés, o bien presentar resúmenes en ese idioma, asegurar periodicidad en la edición y pagar al Index la suma de 10.000 dólares anuales por suscripción. Pero la organización suele objetar la validez del comité de editores y revisores de las publicaciones si estos no son citados en otros artículos la cantidad de veces que se consideraría aconsejable para un científico de alto nivel. Mientras muy pocas revistas científicas de Latinoamérica se encuentran en este registro, las norteamericanas y algunas europeas parecen no tener tantos problemas para lograrlo.


Así surgió en 1994, durante el Primer Taller de Publicaciones Científicas en América Latina, el proyecto LATINDEX, impulsado por un equipo de la Universidad Nacional de México, UNAM y apoyado entre otras entidades internacionales por la UNESCO para mejorar la calidad, accesibilidad y visibilidad de las publicaciones latinoamericanas.

Por último, las revistas de divulgación como “Muy Interesante” o “Conozca Más” suelen moverse con objetivos de venta de sus ejemplares por lo que los temas tratados tienen más que ver con el marketing que con la ciencia. Es el caso de las notas sobre ufología o terapias alternativas poco comprobables en sus orígenes. Vende mucho más el supuesto Caso Roswell que el desarrollo del Proyecto Pierre Auger en el sur de Mendoza para el estudio de partículas cósmicas subatómicas.

BASES DE DATOS Y PAPELES POR TODA LA CASA

Todo periodista me atrevería a decir que tiene un archivo personal, esté organizado sistemáticamente o se manifieste como una pila de recortes de diarios y revistas arrumbados en una o más cajas sobre un estante del placard del dormitorio. El periodista científico también. Sus artículos irán desde los que tratan sobre las últimas estadísticas del cólera en Latinoamérica hasta el cuestionamiento a la Teoría de las Cuerdas. En mi caso no está este archivo tan ordenado como quisiera ni tan desordenado como lo describí más arriba. Tiene algunas carpetas separadas sobre temas que se repiten en el tiempo y que una lectura más o menos reflexiva de la realidad científica nos pronostica que se repetirán como el viaje a Marte o la clonación. Hay carpetas con curiosidades, esas que pueden acercar al lector con simpatía a los temas científicos y pueden mecharse con otras temáticas irremediablemente más áridas como los ritos de cortejo de algunas aves pasando por los primeros intentos del hombre de volar.

La principal característica del periodista científico será la curiosidad por la ciencia y su desarrollo. Todo sirve para esta difícil pero apasionante labor. A cada lugar que voy me esperan mis parientes y amigos con sobre donde recolectaron artículos de diarios y revistas sobre ciencia y tecnología. Varias veces por mes el teléfono de mi casa suena y es algún amigo que me avisa que los diarios de diez días van a tirarse: “pasá y llevátelos para recortar”. Debo reconocer públicamente en estas páginas que mi trabajo es el de cartonero del conocimiento, hurgador de novedades y preguntón compulsivo.

*Sebastián Musso
Presidente del Centro de Estudios Astronómicos de Mar del Plata, Argentina.
Co-editor portal Cielo Sur - Coordinador eventos especiales Cielo Sur.


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LA IMAGEN DEL CIENTÍFICO SOBRE SI MISMO

Por: Sebastián Musso

Si bien poco a poco está cambiando el científico ante el periodista ha tenido siempre una imagen sobrevaluada de su propio trabajo. Se presentan claramente dos problemas:

1. El investigador considera que su información no debe ir junto a otra de “calidad inferior”.
2. Quiere revisar la nota antes de la publicación.

La primera exigencia incluso perjudica la misión que tanto periodistas como científicos deberían tener con su trabajo en divulgación que es la de acercar el conocimiento especializado a un público mayoritario. Esto no se consigue en ningún caso suponiendo que nuestra actividad es mejor que la de otros, es igualmente importante en un medio de comunicación el último avance en medicina que las negociaciones del presidente en su gira por Europa. Los investigadores están acostumbrados a ver subestimada su actividad, a encontrarse en nuestros países con una pésima retribución económica en función de lo que producen o en comparación con sus pares del Primer Mundo y esto los lleva a tomar por defensa el ataque. Mostrar que su trabajo es tan bueno como el de otro suponiéndolo mejor. Esta es una realidad que los investigadores deberán asumir y los periodistas científicos, mientras tanto, deberán superar.



En todo caso muchos medios de comunicación han cedido frente a estas exigencias y han creado programas especiales sobre ciencia y tecnología en los canales de televisión (“Cultura para todos” en su horario habitual de las 3 de la mañana como diría un chiste no demasiado alejado de la realidad de Les Luthiers). Los medios gráficos han creado suplementos de ciencia, de tecnología, sobre informática y salud y eso no ayuda a la popularización de la ciencia. Quien busca un suplemento es quien está interesado de antemano en el tema y quien lo considera ajeno a sus necesidades e intereses simplemente no lo abre. Yo mismo hago eso con suplementos que considero fuera de mi ámbito de simpatías. La información científica debe estar en el cuerpo del periódico y no afuera, debe invitar al lector con un título atrayente, con una foto inquietante pero de ninguna manera debe estar dirigido a quien igualmente buscaría esa información por sus propios medios, al menos no únicamente.

¿Revisarlo? No, el periodismo tiene en todas sus especialidades responsabilidades ulteriores pero ceder a la supervisión del profesional puede ser un camino que no conduzca a buen término. Es cierto que la divulgación debe ser un trabajo en conjunto entre comunicador e investigador, mientras ambos se encuentren a una misma altura en sus percepciones del otro.

Personalmente me ocurrió algo curioso hace ya bastantes años que intentaré presentar aquí como ejemplo de lo que expongo sin citar nombres ni hacer demasiadas referencias personales. Estaba yo escribiendo mi primer libro sobre astronomía para chicos, algo nuevo en Argentina que no cuenta con más de diez títulos al respecto para una enorme demanda curricular desde la educación formal. Hice entonces varias copias del original y las repartí entre científicos dedicados a la materia para su corrección. Uno de ellos, contestó con un escrito casi más largo que el original objetando casi todo. Objetando párrafos de opinión que fundamentada correctamente (creo que así era) era personal y obviamente sería distinta de cambiar el autor del trabajo. Muchas de las correcciones tenían que ver con las formas y las adaptaciones que se habían hecho para explicar determinados temas. Años más tarde y con más libros sobre divulgación sobre mí asumo que no estaba tan equivocado, de hecho para otros científicos dedicados a la divulgación las comparaciones parecieron muy oportunas. El científico siempre encontrará banalizada su ciencia pues nada la explica de forma exacta prescindiendo de los métodos que le son propios, pero este debe acostumbrarse que determinadas herramientas en comunicaciones pueden dar una idea muy aproximada a la realidad y es esa la función del artículo de divulgación.

La regla de oro entonces será estar tan seguro el comunicador de sus métodos como el científico de los suyos. En Gran Bretaña desde hace varias décadas y por un convenio entre las universidades y algunos medios de comunicación, los investigadores interesados hacen pasantías en las redacciones y se interiorizan de los procesos de gestación de las noticias y de las prioridades y tiempos de estas. El entendimiento mutuo en cualquier relación de trabajo será fundamental para un resultado aceptable.


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DE LA COMUNICACIÓN CIENTÍFICA PÚBLICA A LA INFORMACIÓN PERIODÍSTICA ESPECIALIZADA

COMUNICACIÓN E INFORMACIÓN

¿Cómo especificar estos dos términos tantas veces intercalados en escritos periodísticos casi como sinónimos? La “comunicación” es la capacidad que poseen los seres vivos de intercambiar “información” entre sí. Es una necesidad personal y social en los llamados “actores humanos”, mucho mejor dotados que los demás actores para esta actividad. “Nuestra especie ha capitalizado las conquistas comunicativas de las especies que nos antecedieron”, señala el Prof. Manuel Martín Serrano. “La comunicación humana -explica- se refiere, como la animal, a los estados del propio actor y de su ecosistema natural, pero además hace referencia al ecosistema artificial que el propio hombre ha producido, y al universo gnoseológico de la cultura, las ideas y los valores”.
La “información” es, en un sentido amplio, “el conjunto de datos o de ideas que en forma de mensaje sirve para comunicar”, lo que constituye su fin último, según Javier Fernández del Moral. Una definición más encuadrada en la teoría matemática la proporciona Ralph W.L. Hartley, para quien la información es más una “medida de la comunicación”.



No estoy muy de acuerdo en definir las cosas por su antinomia, de hecho, condeno a aquellos que en vez de “ciego” dicen “no vidente” pero debo reconocer que a veces puede calificar, sobre todo en los casos que las palabras que definen los contrarios son más fáciles de distinguir que las primeras. Lo contrario de la información sería la “ignorancia” (esto es tan solo una aproximación podría decirse que la ignorancia es el contrario real del conocimiento y estar informado no siempre significa saber), mientras que lo contrario de la comunicación es la “soledad”.

Nuria Amat concluye que información, conocimiento y saber son tres aspectos de la comunicación científica que pueden darse por separado o bien conjuntamente siguiendo la dependencia o relación siguiente:

información conocimiento saber


COMUNICACIÓN CIENTÍFICA

La comunicación científica es un fenómeno social, una necesidad humana y un servicio público. Los atributos sociales que algunos autores confieren a la comunicación, como vigilancia del entorno, actitud favorable al cambio, enseñanzas para la adaptación del individuo, creación de un clima propicio para el desarrollo, son perfectamente asumibles en el caso de la comunicación científica.


MODELO DE COMUNICACIÓN CIENTÍFICA

En su libro “Modelos de comunicación científica para una información periodística especializada”, Javier Fernández del Moral planteaba la necesidad de un modelo de comunicación dentro de la ciencia con el fin de “superar el actual aislamiento de los diferentes especialistas y el restablecimiento, a través de la labor sintetizadora, del avance de la ciencia dentro del contexto de la segunda revolución científica”.

De todas las teorías y modelos que pueden aportar fundamentos para una comunicación científica es la Teoría General de Sistemas “la primera respuesta sistemática y científica a la creciente especialización y a su consiguiente pérdida de contacto interdisciplinario”, apunta Fernández del Moral.

Esta teoría fue formulada por un biólogo, Ludwig von Bertalanffy, en los años sesenta. Parte del hecho de que, a pesar de la creciente especialización fruto del desarrollo científico, distintas ciencias con distintos contenidos e independientes parten de los mismos principios, trabajan con conceptos similares y emplean métodos y modelos análogos. Bajo estos supuestos, Fernández del Moral ve posible la formación de una teoría o modelo multidisciplinario.

ESPECIALIZADOS PERO ¿ENTENDIBLES?

En este modelo, Fernández del Moral distingue tres niveles de comunicación científica. En el primero encontramos a los especialistas en aquellas materias que han conseguido el rango de especialidad, separándose incluso de la rama común de la que partieron. A esta categoría pertenecen, por ejemplo, las especialidades de la física, y entre ellas la astrofísica. Dentro de este nivel, los científicos aún se comprenden entre sí. Teóricamente, la comunicación es aún posible.

En el segundo nivel se encuentran los científicos de un área de conocimiento a la que se le haya concedido la categoría de ciencia. A este nivel pertenecen las distintas ciencias experimentales: Química, Física, Biología, Matemáticas, Astronomía, etc. Los científicos de una de estas ciencias no pueden aspirar a estar al día de todos los avances en las otras.

En el tercer nivel se encuentran todas las ciencias divididas en humanísticas y experimentales. Aquí, como hemos visto, la comunicación prácticamente no existe.


INFORMADOS SÍ PERO ¿ENTENDIDOS?

Para poder abordar la comunicación entre la ciencia y la sociedad, Fernández del Moral también distingue tres niveles de comunicación en la sociedad, correspondientes a tres niveles de cultura: cultura de élite, en el que se integran los científicos, cultura media y cultura de masas.

La ciencia puede entrar a formar parte de la cultura de masas por dos caminos. Uno es a través de la propia élite cultural a la que pertenecen los científicos, la comunicación se produce entonces dentro de la sociedad, del estrato de mayor nivel cultural a los de niveles inferiores. El otro camino es la comunicación directa del tercer nivel científico con cada uno de los niveles de la sociedad.

COMUNICACIÓN CIENTÍFICA PÚBLICA

La comunicación científica pública es una expresión relativamente reciente que abarca el conjunto de actividades de comunicación relacionadas con la divulgación de la cultura científica.

El Prof. Pierre Fayard considera que la información científica para el público se ha convertido en una apuesta crucial para las sociedades contemporáneas, en las que verdaderas empresas mediáticas suceden a las esporádicas manifestaciones de la divulgación espontánea. Según este investigador, la comunicación científica pública se inserta en el conjunto de las industrias culturales, dentro del movimiento generalizado de profesionalización y rentabilización de las actividades de comunicación.

La democracia tecnológica, la necesidad de comunicar para existir, la innovación social para adaptarse a los cambios científicos y técnicos así como el problema de las relaciones entre la ciencia y la sociedad constituyen los motores de esta industria. Entre los actores que intervienen se encuentran, según Fayard, los poderes públicos, los centros de investigación, los poderes económicos, los medios de comunicación y la opinión pública.


INFORMACIÓN CIENTÍFICA

Por último, se utiliza la expresión información científica “para denominar sistemas de información de la propia ciencia, o que la ciencia proporciona a los demás, en ese caso, el proceso informativo también se modificaría notablemente aún dentro de un mismo apartado informativo”.


INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

La información periodística viene determinada por cuatro características que la definen y condicionan: actualidad, universalidad, periodicidad y difusión.

Las tres primeras constituyen una de las bases del periodismo y su profundización en este tema no será diferente de lo que puede decirse de ellas sobre cualquier otra especialidad. Sobre la difusión la resaltaremos como la accesibilidad o la facilidad con que el público puede acercarse a los contenidos periodísticos. Puede referirse tanto a la mayor circulación o eficacia en la cadena de distribución como a la probabilidad de que los contenidos interesen o sean comprendidos por los lectores.
Para que esto sea así (para que llegue no solo materialmente sino en forma correcta al público) la información periodística tendrá que ser especializada. Aquí entramos en uno de los mayores debates que puede plantear esta temática. No solo en libros, congresos y aulas de universidades, también en las discusiones que personalmente tengo con amigos científicos e investigadores y con otros profesionales de la comunicación y la divulgación no logramos ponernos de acuerdo sobre qué es lo más conveniente, aconsejable o deseable. Por lo largo del tema le dedicaré un título aparte.


LA AGENDA-SETTING Y EL GATE-KEEPER

La especialización periodística también condiciona la elección de contenidos informativos, de modo que está relacionada con la agenda setting y la función de gate-keeper que estudiamos a continuación.

El establecimiento de la agenda o agenda setting, en inglés, es un neologismo que forma parte de las últimas teorías sobre los efectos sociales de los medios de comunicación. Fue introducido por los estadounidenses Maxwell E. McCombs y Donald L. Shaw, quienes en 1972 publicaron en Public Opinion Quarterly un trabajo titulado “The Agenda-Setting Function of Mass-Media”.

“Brevemente -explica José Luis Martínez Albertos-, esta función o efecto atribuible a los medios puede formularse de la siguiente manera: los ciudadanos llegan a formarse un juicio personal acerca de lo que es importante en la vida pública de su país como resultado de la mayor o menor presencia que determinados asuntos y personas tengan en los espacios informativos. A mayor presencia en los medios, tanta mayor importancia colectiva merecerá este asunto o persona para el hombre de la calle”. Y la actualidad nos proporciona sobrados ejemplos de que esto es así.

De este modo, los periodistas, por el simple hecho de prestar atención a algunos temas y silenciar otros (según varios autores el 80% de las noticias que llegan a los periódicos no se publican), tienen un claro efecto sobre las manifestaciones concretas de la opinión pública.

En 1947, el sociólogo Kurt Lewin, utilizó el término inglés gate-keeper (portero) para referirse al periodista dedicado a la labor de selección de las noticias en los diferentes medios. El periodista especializado puede desarrollar esta tarea con mejor criterio que el comunicador general al que se le asigna esta difícil tarea sin una capacitación previa. Normalmente vemos publicadas noticias que hubieran sido “paradas en la puerta” por su falta de rigurosidad o sus múltiples errores. También escucho frecuentemente el reproche de varios excelentes investigadores de mi ciudad que envían periódicamente los resultados de sus estudios a los medios de comunicación sin ser atendidos en un porcentaje alarmantemente alto.

(*)Sebastián Musso Divulgador Científico, Presidente Centro Estudios Astronómicos Mar del Plata.
Co-editor Cielo Sur.



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martes, 20 de marzo de 2007

Por qué la Democracia Necesita del Periodismo Investigador

AunPor Silvio Waisbord, Autor de
Watchdog Journalism in South America:
News, Accountability, and Democracy
(Periodismo Vigilante en Sudamérica: Noticias, Responsabilidad y Democracia)


Aunque en la actualidad la presión comercial y la amenaza de juicios costosos ponen nerviosas a las empresas noticiosas cuando se trata de apoyar el reportaje investigador, éste sigue siendo fuerza potente en el periodismo de Estados Unidos y América Latina y una de las contribuciones más importantes de la prensa a la democracia.


Durante la década de 1970, los reporteros desempeñaron un papel decisivo en revelar lo que llegó a ser el escándalo político más grave de Estados Unidos del período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Los periodistas de Washington siguieron la pista de un hurto menor en el edificio de oficinas de Watergate, hasta llegar a la Casa Blanca. Este reportaje llevó a investigaciones congresionales y finalmente a la renuncia del presidente Richard Nixon.

El desempeño de la prensa durante el caso Watergate se consideró el espejo que refleja lo mejor que el periodismo puede ofrecer a la democracia: hacer que el poder rinda cuentas. Esta función se convirtió en una tendencia en las redacciones de los periódicos de Estados Unidos. En los años siguientes la profesión gozó de un alto grado de credibilidad y hubo un aumento notable en el número de estudiantes de periodismo.

Ahora, casi tres décadas después, la situación ha cambiado. El periodismo investigador no parece ser la estrella más brillante en del firmamento de la prensa estadounidense. Si el tono de la prensa fue de alabanza a sí misma en los años posteriores a Watergate, actualmente el pesimismo en cuanto al estado del periodismo estadounidense es generalizado. Los observadores afirman a menudo que la creciente concentración de la propiedad de los medios de información en pocas manos y el apremio por el sensacionalismo en el reportaje de las noticias han agotado el vigor que el periodismo investigador requiere.

Las presiones comerciales también disuaden del periodismo investigador. Frecuentemente su necesidad de una gran cantidad de tiempo y de recursos humanos y financieros está en conflicto con las expectativas de ganancias y el control de los costos de producción. Además, el hecho de que los artículos pueden tener como resultado juicios costosos pone nerviosas a las empresas propietarias de los medios de información cuando se trata de apoyar investigaciones.

A pesar de estos factores, en la última década no ha habido escasez de artículos producidos por el periodismo investigador. Los principales periódicos urbanos de Estados Unidos han publicado artículos que revelan la corrupción, la injusticia y la mala administración del medio ambiente. Los noticiarios de televisión locales y de cadenas televisivas frecuentemente producen artículos de periodismo investigador que generalmente cubren diversos tipos de fraude al consumidor, en terrenos como el cuidado de la salud, los servicios sociales y las hipotecas residenciales.

¿En qué consiste el periodismo investigador?

El periodismo investigador se distingue en que publica información sobre infracciones que afectan el interés del público. Las denuncias son el producto de la labor de reporteros no el resultado de información secreta divulgada a la redacción.

Aun cuando el periodismo investigador era antes tarea de reporteros solitarios independientes, con poco o ningún apoyo de sus órganos de prensa, los ejemplos recientes han demostrado que el trabajo en equipo es fundamental. Se necesitan diferentes tipos de conocimiento para producir artículos bien documentados y completos. Estas investigaciones requieren reporteros, jefes de información, asesores jurídicos especializados, analistas de estadísticas, bibliotecarios e investigadores de noticias. El conocimiento de las leyes de acceso a la información pública es indispensable para encontrar información potencialmente disponible y obtenible en virtud de la legislación sobre "la libertad de información" y para anticipar problemas legales que pueden surgir cuando se publica información perjudicial. Las tecnologías nuevas son sumamente valiosas para descubrir datos y familiarizar a los reporteros con cualquier tema complejo. Gracias a la computarización de los documentos gubernamentales y la disponibilidad de cantidades extraordinarias de información en línea, el reportaje por computadoras es de gran ayuda.

Democracia y periodismo investigador

El periodismo investigador es importante debido a su contribución múltiple al ejercicio del gobierno democrático. Su función puede comprenderse en consonancia con el modelo del Cuarto Poder de la prensa. Según este modelo, la prensa debe hacer responsable al gobierno mediante la publicación de información sobre asuntos de interés público, incluso cuando dicha información revela abusos o delitos perpetrados por las autoridades. Desde esta perspectiva, el reportaje producto de investigación es una de las contribuciones más importantes de la prensa a la democracia; está vinculado a la lógica de limitación y equilibrio de poderes de los sistemas democráticos. Ofrece un mecanismo valioso para vigilar el desempeño de las instituciones democráticas, en su definición más amplia, la cual incluye entidades gubernamentales, organizaciones cívicas y sociedades anónimas.

La posición central que ocupan los medios de información en las democracias contemporáneas hace que la élite política sea sensible a las noticias, en particular a las "malas" noticias, que a menudo producen conmoción pública. La publicación de noticias sobre fechorías políticas o económicas puede provocar investigaciones en el congreso y los tribunales.

Cuando las instituciones gubernamentales no hacen más averiguaciones o las investigaciones se ven plagadas de problemas y sospecha, el periodismo puede contribuir al rendimiento de cuentas mediante la vigilancia del funcionamiento de tales instituciones. Puede examinar la forma en que realmente llenan su mandato constitucional de gobernar responsablemente frente a informes de prensa que revelan mal funcionamiento, falta de honradez o fechorías en el gobierno y la sociedad. Cuando menos, el periodismo investigador mantiene influencia importante, ya que puede sentar la pauta de lo que debe hacerse, al recordarles a los ciudadanos y la élite política la existencia de determinadas cuestiones. Sin embargo, no hay garantía de que la atención continua de la prensa dará como resultado que el Congreso y el sistema judicial investiguen y procesen a los responsables de las fechorías.

El periodismo investigador también contribuye a la democracia mediante el fomento de una ciudadanía al tanto de los hechos. La información es un recurso vital para habilitar a un público vigilante que, en última instancia, haga responsable al gobierno mediante su voto y participación. En las democracias contemporáneas, donde la política gira alrededor de los medios de información, éstos han eclipsado otras instituciones sociales como fuente principal de información sobre asuntos y procesos que afectan la vida de los ciudadanos.

Acceso público

El acceso a documentos públicos y las leyes que garantizan que los asuntos públicos se ventilen en sesiones abiertas son indispensables para la labor del periodista investigador. Cuando censura previa o leyes de difamación se ciernen en el horizonte, es poco probable que los órganos de información aborden temas sujetos a controversia, debido a la probabilidad de juicios costosos, Por consiguiente, las democracias deben reunir ciertos requisitos para que el periodismo investigador sea efectivo y ofrezca información diversa y completa.

Etica del periodismo investigador

Cada equipo de reporteros investigadores trabaja en un artículo en circunstancias diferentes, por tanto, la preparación de un manual de normas éticas para uso en todos los casos es problemática, aunque se han aceptado generalmente ciertas pautas. Las implicaciones legales de las actividades de los reporteros son, con mucho, más precisas que las cuestiones de ética. Si la ley lo permite, es legal; si no, no lo es. La ética, en cambio, trata de la forma de distinguir entre el bien y el mal, con principios filosóficos que se emplean para justificar un curso de acción determinado. Cualquier acción puede ser juzgada ética, dependiendo del marco ético que se utilice para justificarla y de los valores que tienen prioridad. Lo que los periodistas y los directores necesitan determinar es quién se beneficia como resultado del reportaje.

Si el periodismo se compromete a la responsabilidad democrática la interrogante que queda por formularse es si el público se beneficia como resultado de los reportajes de investigación. ¿Qué intereses promueve el periodismo investigador al publicar un determinado artículo? ¿Cumple la prensa con su responsabilidad social al revelar la fechoría? ¿Qué intereses se afectan? ¿Qué derechos se violan? ¿El asunto en cuestión es de legítimo interés público? ¿Se invade el derecho a la intimidad cuando no se trata de un asunto de vital interés público?

La mayoría de los debates sobre ética en el periodismo investigador se ha concentrado en la metodología, es decir, ¿es cualquier método válido para revelar una fechoría? ¿Es lícito el engaño cuando el objetivo del periodista es informar sobre la verdad? ¿Es cualquier método justificable no importa las condiciones de la tarea y las dificultades para conseguir información? ¿Pueden los reporteros de televisión utilizar cámaras ocultas a fin de obtener material para un artículo? ¿Pueden los periodistas utilizar identificación falsa para lograr acceso a la información?

A este respecto hay un factor importante que debe considerarse, el público parece menos dispuesto que los periodistas a aceptar cualquier método para revelar una fechoría. Las encuestas indican que el público es receloso de la invasión de la intimidad, no importa cual sea la importancia pública del artículo. Generalmente el público parece menos inclinado a aceptar la idea de que los periodistas deben utilizar cualquier método para lograr la información. Dicha actitud es significativamente reveladora en momentos en que la credibilidad de la prensa es baja en muchos países. La prensa necesita ser digna de confianza a los ojos del público. En ello consiste su capital principal, pero con demasiada frecuencia sus acciones socavan más su credibilidad. Por tanto, el hecho de que generalmente los ciudadanos creen que los periodistas se proponen lograr material para un artículo a cualquier precio, tiene que ser una consideración importante. Las revelaciones que dependen de métodos dudosos para obtener la información pueden disminuir aún más la legitimidad y el prestigio público del reportaje y el periodista.

Las cuestiones de ética no se limitan a los métodos. La corrupción es también otra cuestión de ética importante en el periodismo investigador. La corrupción incluye una variedad de prácticas, que van desde el periodista que acepta soborno o reprime una revelación hasta el que paga por información. También debe considerarse el daño que puede causarse al ciudadano privado con el reportaje. Generalmente las cuestiones que tienen que ver con la intimidad pasan a primer plano, ya que frecuentemente el periodismo investigador debe cuidar de no sobrepasar el límite impreciso entre el derecho a la intimidad y el derecho del público a la información. Generalmente se presume que el derecho a la intimidad de una figura pública se interpreta en forma diferente al de un ciudadano común.

No hay respuestas fáciles y específicas a las cuestiones de ética. Los códigos de ética, a pesar de sus méritos, no ofrecen soluciones bien definidas que puedan aplicarse a todos los casos. La mayoría de los analistas están de acuerdo en que los periodistas deben estar siempre conscientes de cuestiones como la justicia, el equilibrio y la exactitud. Los reporteros tienen que hacerse preguntas éticas continuamente, en todas las etapas de una investigación, y deben estar preparados para justificar sus decisiones ante directores, colegas y el público. Les es preciso tener en cuenta los intereses que se afectan y realizar su tarea de acuerdo con la normas de su profesión.

Periodismo investigador en América Latina

América Latina contemporánea ofrece una variedad de ejemplos que explican por qué la democracia necesita el periodismo investigador, así como la forma en que éste contribuye al ejercicio del gobierno democrático. Durante las dos últimas décadas, el periodismo investigador, sin excepciones, ha tomado fuerza en todos los países a medida que se consolida la democracia en toda la región. Relegado a publicaciones partidistas y marginales en el pasado, últimamente ha ganado aceptación en los principales órganos de prensa. Hay muchas razones por las cuales se ha afirmado el periodismo investigador, entre ellas principalmente la consolidación de los gobiernos democráticos, la transformación fundamental del aspecto económico de los medios de información, la existencia de publicaciones comprometidas a revelar abusos específicos y los enfrentamientos entre algunas compañías de noticias y algunos gobiernos.

Al igual que en otras regiones del mundo, el valor principal del periodismo investigador para las democracias latinoamericanas es su contribución a una creciente responsabilidad política. Esto es especialmente importante, ya que se considera que la debilidad de los mecanismos de rendición de cuentas es uno de los problemas más graves a que se enfrentan las democracias de la región. El letargo, ineficacia e insensibilidad institucionales a las necesidades públicas legítimas se citan con frecuencia como una debilidad importante. La existencia de empresas noticiosas comprometidas al periodismo investigador ha llegado a ser sumamente importante. Aun cuando otras instituciones no han verificado las revelaciones de la prensa o no han realizado sus propias investigaciones, la prensa ha mantenido vivas las alegaciones de conducta ilegal o poco ética y, a la postre, en algunos casos, ha forzado a los organismos legislativo y judicial a actuar.

El periodismo investigador tiene un poder inigualado para vincular a funcionarios con determinados delitos, pero también puede crear en el público una percepción errónea de la existencia de fechorías. Es una espada de doble filo. El reportaje de fechorías llama la atención del público a supuestos delitos, pero también puede llevar a juicios precipitados sobre la responsabilidad de los individuos, sin que medien las instituciones constitucionalmente designadas para investigar y llegar a un veredicto legal. En este caso la responsabilidad ética, una vez más, es en extremo importante: las acusaciones no respaldadas que hace la prensa pueden tener efectos perjudiciales para la reputación de individuos e instituciones.

La corrupción gubernamental ha sido el enfoque central de las investigaciones de la prensa en las democracias latinoamericanas. Otros temas (por ejemplo la corruptibilidad y prácticas laborales ilícitas de las corporaciones) han atraído atención considerablemente menor. El hecho de que numerosas encuestas indican que la corrupción figura constantemente entre las tres preocupaciones mayores de la población en toda la región, puede ser un indicio de la influencia del periodismo investigador en hacer de las fechorías gubernamentales una preocupación principal.

El caso de América Latina indica entonces, que la existencia del periodismo investigador es importante por sí misma. El alcance y equilibrio de los proyectos de investigación son también significativos. La prensa dirige la atención de ciudadanos y legisladores a cuestiones específicas. Muchas esferas sociales y gubernamentales necesitan atención en las democracias contemporáneas. El periodismo investigador es más eficaz cuando utiliza una red amplia que cubre una variedad de asuntos.


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